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lunes, 7 de julio de 2025

APOYO DE EE.UU A FIDEL CASTRO. Un Análisis Histórico de la Involucración de Estados Unidos en el Ascenso al Poder de Fidel Castro en Cuba.!




Una investigación exhaustiva sobre la controvertida afirmación de que el gobierno de Estados Unidos, la CIA y otras agencias estadounidenses financiaron y apoyaron secretamente el ascenso de Fidel Castro al poder en Cuba. El objetivo es examinar a fondo esta alegación, demostrando evidencia que la respalde, así como cualquier argumento en contra o interpretaciones alternativas.


Contexto Histórico Inicial

Para establecer una base sólida, comenzaré por investigar la narrativa histórica general de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba en el período previo a la Revolución Cubana. Esto me proporcionará el contexto necesario antes de profundizar en las acusaciones específicas de apoyo estadounidense a Castro. 

Relación Histórica entre EE. UU. y Cuba

Hay que sintetizar la compleja historia de las relaciones entre Estados Unidos y Cuba antes de la Revolución Cubana. Hay que observar que Estados Unidos tuvo un interés significativo en la isla, desde intentos de compra hasta una influencia económica y política dominante después de la independencia de Cuba en 1902. También hay que notar que el gobierno estadounidense apoyó la dictadura de Fulgencio Batista, considerándolo clave para mantener el orden y proteger los intereses de EE. UU., incluso cuando el movimiento de Castro ya estaba en marcha.

Ascenso de Castro y Reacción de EE. UU.

Profundizado en el contexto del ascenso de Fidel Castro al poder. La corrupción y las violaciones de derechos humanos bajo Batista generaron un resentimiento generalizado que impulsó el apoyo a Castro. A medida que el régimen de Batista se volvió más impopular, Estados Unidos retiró gradualmente su apoyo, aunque sin éxito en encontrar una alternativa. Inicialmente, Estados Unidos fue cauteloso con Castro, pero su postura se tornó hostil cuando Castro nacionalizó propiedades estadounidenses, se alió con el Partido Comunista y se acercó a la Unión Soviética. Es importante destacar que la invasión de Bahía de Cochinos, un intento fallido de derrocar a Castro, fue planeada por la administración Eisenhower y ejecutada por la administración Kennedy, pero esto ocurrió *después* de que Castro ya estuviera en el poder.

Resolviendo Brechas de Información

Hasta ahora, la información recopilada indica que Estados Unidos, la CIA u otras agencias habian financiado o apoyado a Fidel Castro para que tomara el poder. De hecho, los hallazgos sugieren a veces lo contrario: el apoyo de EE. UU. estaba con Batista y había una clara sospecha hacia el movimiento de Castro, que luego se convirtió en hostilidad abierta. Teniendo que investigar específicamente cualquier alegación o teoría de conspiración sobre el apoyo de EE. UU. o la CIA a Castro antes de su ascenso al poder, y buscando fuentes reputadas que confirmen o desmientan estas afirmaciones. También exploramos las actividades de inteligencia de EE. UU. en Cuba en ese período para entender cualquier matiz en la relación más allá del apoyo directo a Batista.

Resumen Ejecutivo

Este informe investiga la naturaleza compleja y a menudo contradictoria de la involucración de Estados Unidos en el ascenso de Fidel Castro al poder en Cuba, centrándose en los supuestos proyectos secretos y el apoyo financiero de las agencias gubernamentales estadounidenses. Si bien no hay pruebas sustanciales que demuestren un apoyo directo e intencional para que la revolución comunista de Castro tomara el poder, la evidencia sugiere una política matizada de "doble vía" por parte de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) a fines de la década de 1950. Esta política implicó apoyar simultáneamente al régimen de Fulgencio Batista y, al mismo tiempo, proporcionar una ayuda financiera encubierta limitada a elementos del Movimiento 26 de Julio de Castro. Esta estrategia tenía como objetivo "cubrirse las espaldas" y cultivar la buena voluntad con posibles sucesores de Batista, en lugar de promover activamente el liderazgo de Castro. El principal presidente de Estados Unidos durante este período fue Dwight D. Eisenhower (Republicano). Tras el triunfo de Castro en 1959 y su rápido giro hacia la nacionalización y la alineación con la Unión Soviética, la política de Estados Unidos se invirtió drásticamente, lo que llevó a una hostilidad abierta y a extensas operaciones encubiertas, incluidos intentos de asesinato, bajo las administraciones de Eisenhower y, posteriormente, de John F. Kennedy (Demócrata).



1. Introducción: El Enigma de la Involucración de Estados Unidos en el Ascenso de Castro

La relación entre Estados Unidos y Cuba ha sido históricamente profunda y multifacética, marcada por una intrincada red de lazos económicos, políticos y, a menudo, militares. Desde principios del siglo XVIII, la proximidad geográfica de Cuba a la costa estadounidense fomentó un extenso comercio, convirtiendo a Estados Unidos en el principal socio comercial de la isla. Esta interdependencia económica sentó las bases para importantes intereses estadounidenses en Cuba, especialmente en la producción de azúcar y tabaco.

A lo largo del siglo XIX, la política exterior de Estados Unidos hacia Cuba estuvo frecuentemente influenciada por un deseo expansionista. Hubo intentos explícitos de adquirir o controlar la isla, como las ofertas de compra a España en 1848 y 1854, siendo el "Manifiesto de Ostende" un ejemplo notable de esta ambición. Esta postura expansionista no solo se enmarcaba en el concepto de Destino Manifiesto, sino que también respondía a intereses internos, como la búsqueda de mayor influencia para los estados del sur de Estados Unidos, dada la numerosa población esclava de Cuba.





La intervención de Estados Unidos en la guerra de independencia de Cuba contra España en 1898 marcó un punto de inflexión. Aunque la Enmienda Teller a la declaración de guerra de Estados Unidos de 1898 negaba cualquier intención de ejercer "soberanía, jurisdicción o control" sobre Cuba, la retirada de las tropas estadounidenses solo se produjo cuando Cuba aceptó las ocho disposiciones de la Enmienda Platt. Esta enmienda, incorporada a la Constitución cubana de 1901, concedía a Estados Unidos el derecho a intervenir militarmente para proteger sus intereses, un derecho que se ejerció con frecuencia, por ejemplo, en 1906, 1912, 1917 y 1920. Esta historia de intervenciones militares y la persistencia del dominio económico y político estadounidense sobre la isla, incluso después de la independencia formal de Cuba en 1902, generaron un profundo sentimiento antiestadounidense y un fuerte anhelo de soberanía genuina entre los nacionalistas cubanos. El propio Fidel Castro describiría más tarde esta era como un "largo período de dominio imperialista y neocolonialista".

La pregunta central de esta investigación se refiere a la naturaleza y el alcance de los proyectos secretos y el apoyo financiero que Estados Unidos, la CIA y otras agencias gubernamentales estadounidenses supuestamente proporcionaron a Fidel Castro para que tomara el poder en Cuba. Esta pregunta desafía la narrativa más comúnmente aceptada de la oposición estadounidense a la revolución de Castro. La complejidad de las acciones de Estados Unidos durante este período se subraya por las descripciones de las mismas como "contradictorias y misteriosas" , lo que sugiere un enfoque matizado más que una política directa de apoyo u oposición.

La profunda y compleja relación histórica entre Estados Unidos y Cuba, caracterizada por una extensa interdependencia económica y, al mismo tiempo, por persistentes intentos de dominio político y económico, a menudo a través de la intervención directa, creó una paradoja fundamental. Esta relación, en lugar de fomentar una alianza duradera, cultivó un profundo resentimiento y un poderoso sentimiento antiimperialista dentro de Cuba. Esta dinámica histórica, donde los estrechos lazos económicos coexistían con los intentos de control por parte de Estados Unidos, estableció una tensión subyacente que hacía que cualquier movimiento revolucionario, independientemente de su ideología inicial, estuviera casi predispuesto a adoptar una postura antiestadounidense. Las acciones históricas de Estados Unidos, más que cualquier apoyo directo a Castro, sentaron inadvertidamente las bases psicológicas y políticas para la trayectoria antiestadounidense de la revolución.

2. El Régimen de Batista y el Cambio en la Política de Estados Unidos (1952-1958)

El Apoyo de Estados Unidos a Fulgencio Batista

Fulgencio Batista, un exsoldado, tomó el poder en Cuba mediante un golpe militar en 1952, lo que resultó en la cancelación de las elecciones programadas. Su régimen fue rápidamente reconocido por el presidente de Estados Unidos, Harry S. Truman. Washington apoyó consistentemente a Batista, considerándolo un "hombre fuerte" capaz de mantener el orden en la isla y proteger los importantes intereses económicos estadounidenses. Este apoyo se mantuvo incluso después de su derrota en las elecciones de 1944, manteniendo a Cuba estrechamente alineada con Estados Unidos.



Estados Unidos proporcionó una ayuda militar y económica sustancial al gobierno de Batista. El embajador estadounidense Arthur Gardner describió la relación como muy amistosa, afirmando que Batista "siempre se había inclinado hacia los Estados Unidos. No creo que hayamos tenido un amigo mejor". Gardner reconoció que Batista era conocido por obtener una "tajada" en casi todas las transacciones, pero aun así lo elogió por "hacer un trabajo increíble". Inicialmente, cuando la rebelión de Fidel Castro comenzó en julio de 1953, Estados Unidos vendió 8.238 millones de dólares en armas al gobierno cubano para ayudar a sofocar la insurgencia. Los funcionarios estadounidenses se oponían "casi unánimemente" al movimiento revolucionario de Castro, sospechando de lo que creían era su ideología izquierdista y preocupados por posibles ataques a las importantes inversiones y propiedades estadounidenses en Cuba.

El Cambio Crítico: El Embargo de Armas de Estados Unidos contra Batista

A medida que avanzaba la década de 1950, el régimen de Batista se caracterizó cada vez más por una "corrupción desenfrenada, codicia, brutalidad e ineficiencia" , así como por graves "violaciones de los derechos humanos". Esto provocó un creciente resentimiento popular y un aumento del apoyo a la revolución de Castro dentro de Cuba. Esta situación interna en deterioro, junto con el cambio de la opinión pública y oficial estadounidense contra Batista, obligó a Estados Unidos a retirar gradualmente su apoyo.



Un punto de inflexión crítico ocurrió en marzo de 1958, cuando Washington, instado por figuras como el entonces presidente cubano en espera Manuel Urrutia Lleó, detuvo las ventas de rifles y el envío de armas a las fuerzas de Batista. Esta decisión "cambió irreversiblemente el curso de la Revolución Cubana a favor de los rebeldes". Este fue un cambio de política significativo, incluso opuesto por el entonces embajador de Estados Unidos en Cuba, Earl E. T. Smith. Durante este período, Estados Unidos intentó identificar y apoyar una "tercera fuerza" alternativa tanto a Batista como a Castro, pero estos esfuerzos no tuvieron éxito.

El apoyo inicial de Estados Unidos a Batista, destinado a garantizar la estabilidad y proteger los intereses económicos, se convirtió en una política contraproducente. La creciente brutalidad y corrupción de Batista exacerbaron la inestabilidad que Estados Unidos buscaba evitar, al alimentar el descontento popular y fortalecer a la oposición revolucionaria. La decisión posterior de Estados Unidos de detener las ventas de armas a Batista, aunque no fue un acto de apoyo a Castro, eliminó un pilar clave de su régimen, acelerando así su colapso y, de manera inadvertida, allanando el camino para Castro. Esto ilustra cómo la priorización de la estabilidad a corto plazo a través de regímenes autoritarios, una característica de la política exterior estadounidense durante la Guerra Fría, a menudo generaba inestabilidad a largo plazo y radicalizaba los movimientos de oposición. Estados Unidos se encontró en un dilema: apoyar a Batista se volvió insostenible, pero retirar el apoyo empoderó inadvertidamente a una fuerza en la que desconfiaba profundamente.

3. El Movimiento 26 de Julio de Fidel Castro: Camino al Poder



Acontecimientos Clave en la Campaña Revolucionaria de Castro

La carrera revolucionaria de Fidel Castro comenzó mientras estaba matriculado en la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana, donde participó en movimientos de resistencia en la República Dominicana y Colombia. Después de graduarse en 1950, se activó en la política cubana y se preparó para postularse para un cargo legislativo en las elecciones de 1952, que fueron canceladas cuando Fulgencio Batista tomó el poder por la fuerza.



Castro comenzó entonces a organizar un movimiento de resistencia contra el nuevo dictador de Cuba, liderando varios "intentos fallidos" contra las fuerzas de Batista, como el notable asalto al Cuartel Moncada en 1953. Aunque este asalto no logró desencadenar un levantamiento más amplio, sí captó la atención pública. Su posterior campaña de guerra de guerrillas, principalmente desde las montañas de la Sierra Maestra, combinada con esfuerzos de propaganda efectivos, erosionó gradualmente el poder militar y el apoyo popular de Batista, atrayendo a numerosos voluntarios a la causa revolucionaria.



Para agosto de 1958, el Movimiento 26 de Julio había crecido significativamente en fuerza, con el hermano menor de Fidel, Raúl Castro, abriendo un segundo frente que aproximadamente duplicó las fuerzas guerrilleras a unos 4.000 efectivos. Fidel también llegó a un pacto de unidad con todas las fuerzas revolucionarias que se oponían al régimen de Batista, revirtiendo su postura anterior. La revolución culminó el 1 de enero de 1959, cuando Batista huyó del país. Castro y su grupo de guerrilleros entraron triunfalmente en La Habana el 7 de enero de 1959.






Factores que Contribuyeron a la Caída de Batista y al Triunfo de Castro

El régimen de Batista se vio significativamente debilitado por el resentimiento popular generalizado, alimentado por la corrupción oficial, el soborno y las graves violaciones de los derechos humanos. Esto socavó su legitimidad y apoyo. Un factor interno crítico fue la "falta de voluntad para luchar" dentro del ejército cubano, que la inteligencia estadounidense identificó como la "causa principal de la caída de Batista".

La capacidad de Castro para articular una visión convincente para Cuba, inicialmente basada en promesas de restaurar la constitución de 1940, crear una administración honesta, restablecer las libertades civiles y políticas y emprender reformas moderadas, le granjeó un apoyo popular abrumador. Su liderazgo carismático y su retórica nacionalista fueron clave para movilizar a la población.

La decisión de Estados Unidos de detener los envíos de armas a Batista en marzo de 1958 fue un factor externo crucial que debilitó significativamente la capacidad militar del régimen y elevó la moral y la ventaja estratégica de los rebeldes.

La victoria de Castro no fue únicamente el resultado de sus esfuerzos revolucionarios o de cualquier ayuda directa de Estados Unidos, sino más bien una compleja interacción de factores. El régimen de Batista estaba profundamente comprometido por la corrupción interna y la brutalidad, lo que generó un descontento público generalizado y un ejército desmoralizado. Esta debilidad interna creó un terreno fértil para el movimiento popular de Castro. El embargo de armas de Estados Unidos en marzo de 1958 actuó entonces como un golpe externo decisivo, eliminando una fuente crítica de apoyo militar para Batista. Esta combinación de la decadencia interna del régimen de Batista y el cambio en la política estadounidense sirvió como un poderoso acelerador para el colapso ya inminente de Batista. La retirada del apoyo estadounidense simplemente aseguró que el camino quedara despejado para la fuerza de oposición más organizada y popular, que resultó ser el Movimiento 26 de Julio de Castro. Esto pone de manifiesto cómo las acciones de Estados Unidos, incluso cuando son reactivas o indirectas, pueden tener profundas consecuencias no intencionadas que moldean los resultados revolucionarios.


4. La Inteligencia de Estados Unidos y la Estrategia de "Cubrirse las Espaldas" (1957-1958)

El Compromiso Financiero de la CIA con el Movimiento 26 de Julio

Según la biografía autorizada de Tad Szulc de 1986, "Fidel, un retrato crítico", la Agencia Central de Inteligencia (CIA) proporcionó en secreto apoyo financiero al movimiento de Castro antes de su triunfo en 1959. El trabajo de Szulc es considerado una biografía exhaustiva que integra numerosos relatos y entrevistas, incluso con el propio Castro.



Específicamente, entre octubre o noviembre de 1957 y mediados de 1958, la CIA entregó "no menos de 50.000 dólares" a "media docena o más de miembros clave" del Movimiento 26 de Julio en Santiago. El objetivo principal de esta financiación, según Szulc y ampliamente aceptado, era "comprar la buena voluntad de Estados Unidos entre los rebeldes en caso de que triunfaran". Esta estrategia se conoce a menudo como "cubrirse las espaldas" para futuras contingencias.

Sigue sin estar claro "si la operación fue formalmente autorizada por la administración Eisenhower o si la agencia la llevó a cabo por su cuenta". También es "incierto si el propio Castro conocía la financiación".

La "Política de Doble Vía": Acciones Simultáneas Hacia Batista y los Rebeldes

Szulc destacó la naturaleza "contradictoria y misteriosa" de las acciones de Estados Unidos, señalando que "por un lado, Estados Unidos continuó suministrando armas al régimen de Batista para luchar contra los rebeldes, mientras que, por otro lado, canalizó fondos en secreto al Movimiento 26 de Julio a través de la CIA". Esta "política de doble vía" no fue exclusiva de Cuba, ya que Estados Unidos aplicó estrategias similares en otros lugares. A pesar de estas acciones encubiertas, el Departamento de Estado de Estados Unidos buscó públicamente evitar declaraciones o acciones que pudieran interpretarse como una campaña sistemática contra Castro, con el objetivo de establecer un clima libre de hostilidad después de la caída de Batista.

La ayuda financiera encubierta de la CIA al movimiento de Castro, mientras simultáneamente se armaba al régimen de Batista, representa una política pragmática de "doble vía". El objetivo declarado de "comprar buena voluntad" indica que no se trataba de un apoyo directo a la ideología revolucionaria de Castro o a su toma de poder como resultado preferido. En cambio, era un intento calculado, aunque a pequeña escala, de mitigar el riesgo y asegurar algún nivel de influencia o acceso con la facción que saliera victoriosa en un entorno altamente incierto. El hecho de que no esté claro si Eisenhower lo autorizó formalmente subraya la negación plausible inherente a tales operaciones encubiertas y la autonomía operativa de la agencia. Esto demuestra que Estados Unidos no estaba promoviendo activamente a Castro, sino que reaccionaba a la creciente inestabilidad en Cuba e intentaba asegurar sus intereses en una situación fluida donde el colapso de Batista parecía cada vez más probable. La naturaleza limitada de la financiación ($50,000) sugiere además una maniobra cautelosa y oportunista más que un compromiso total. Esto pone de manifiesto la postura reactiva de Estados Unidos y su lucha por predecir y controlar la dinámica revolucionaria en Cuba, demostrando en última instancia los límites de su influencia a pesar de su dominio histórico.

Evaluaciones de Inteligencia de Estados Unidos sobre el Movimiento y la Ideología de Castro

La CIA había estado monitoreando a Fidel Castro desde 1948, y a fines de la década de 1950, se preocupó cada vez más por sus puntos de vista políticos, sospechando que era comunista. Los informes de inteligencia de Estados Unidos (por ejemplo, SNIE 85-58 y su suplemento de finales de 1958) reconocieron con precisión que las fuerzas de Castro estaban ganando fuerza y que la posición de Batista se estaba deteriorando rápidamente, aunque se equivocaron al predecir el derrocamiento inmediato de Batista por parte de Castro.  

Estos informes afirmaron que "existe poca evidencia para probar estas acusaciones" de dominación comunista del Movimiento 26 de Julio, aunque había "informes continuos de que algunos comunistas han entrado en las filas inferiores de las fuerzas rebeldes". Sin embargo, otra inteligencia indicó que a principios de 1958, el comunismo internacional había cambiado su política hacia las guerrillas de Castro, y en agosto de 1958 se informó de un acuerdo secreto entre el Partido Comunista Cubano (PSP) y el Movimiento 26 de Julio. Después de la victoria de Castro, el PSP resurgió rápidamente y restableció su organización y prensa abiertas y, con la ayuda de Raúl Castro y Che Guevara, obtuvo un control significativo sobre la adoctrinación política en las fuerzas armadas y amplió su influencia en el ámbito laboral.

Szulc argumentó que Castro era un "marxista confirmado" al tomar el poder en 1959, rechazando la noción de que las políticas hostiles de Estados Unidos lo "llevaron a los brazos de la Unión Soviética". Las revisiones académicas del trabajo de Szulc generalmente apoyan su retrato de Castro como consciente de las enseñanzas marxista-leninistas durante la década de 1950, pero absteniéndose estratégicamente de defenderlas abiertamente para evitar alienar a los elementos anticomunistas dentro de la oposición.

Los informes de inteligencia de Estados Unidos de finales de 1958 se equivocaron en sus predicciones a corto plazo sobre la supervivencia de Batista y encontraron "poca evidencia" de dominación comunista dentro del Movimiento 26 de Julio. Sin embargo, otra inteligencia indicó que el Partido Comunista Cubano estaba infiltrando activamente el movimiento y tenía un "acuerdo secreto" con las fuerzas de Castro en agosto de 1958. Además, Szulc, un biógrafo creíble, afirma que Castro era un "marxista confirmado" al tomar el poder. Esto apunta a una brecha significativa en la inteligencia, una mala interpretación o una falla en la síntesis de toda la información disponible dentro de la comunidad de inteligencia de Estados Unidos con respecto a las verdaderas inclinaciones ideológicas de Castro y el alcance de la influencia comunista antes de su victoria. Esta desconexión explica por qué Estados Unidos fue tomado por sorpresa por la rápida radicalización de Castro después de 1959 y su alianza con la Unión Soviética, lo que llevó a un cambio drástico y reactivo en la política. Implica que Estados Unidos estaba tratando de manejar una situación que no comprendía completamente, lo que contribuyó a la eventual ruptura de las relaciones.



Presidente de Estados Unidos a Cargo durante este Período: Dwight D. Eisenhower

Dwight D. Eisenhower se desempeñó como el 34º Presidente de los Estados Unidos desde 1953 hasta 1961. Fue miembro del Partido Republicano.

Tabla: Apoyo Financiero Documentado de la CIA al Movimiento 26 de Julio (1957-1958)

Período de Financiación

Cantidad

Receptores

Objetivo Declarado/Inferido

Incertidumbre

Fuente Principal

Octubre/Noviembre 1957 - Mediados de 1958

No menos de $50,000

Media docena o más de miembros clave del Movimiento 26 de Julio en Santiago

Comprar buena voluntad para Estados Unidos entre los rebeldes en caso de triunfo; cubrirse las espaldas para futuras contingencias.

No está claro si fue formalmente autorizado por la administración Eisenhower o si la CIA lo llevó a cabo por su cuenta; incierto si Castro mismo conocía la financiación.

Tad Szulc, Fidel, Un Retrato Crítico (1986), basado en documentos desclasificados de la CIA.




5. El Cambio de Política de Estados Unidos y la Escalada de Hostilidad Post-1959

Recepción Inicial de Estados Unidos y Compromiso Cauteloso con el Gobierno de Castro

Cuando Fidel Castro tomó el poder en enero de 1959, Estados Unidos no percibió inicialmente a Cuba como una amenaza inmediata para la seguridad. De hecho, Castro fue recibido en Estados Unidos en abril de 1959, donde habló ante grandes y entusiastas multitudes en universidades y se reunió con el vicepresidente Richard Nixon. Nixon, después de su reunión, reconoció las "cualidades indefinibles que lo convierten en un líder de hombres" de Castro y predijo su influencia significativa en Cuba y en los asuntos latinoamericanos en general. Washington sintió inicialmente un "gran alivio" tras la caída de Batista, esperando mejorar su imagen internacional como potencia anticolonial.






Rápido Deterioro de las Relaciones: Nacionalizaciones y Alineamiento Soviético

Las relaciones se deterioraron rápidamente a medida que las reformas revolucionarias de Castro comenzaron a "perjudicar los intereses comerciales de Estados Unidos en la isla". Su gobierno nacionalizó el comercio y la industria privados, implementó reformas agrarias de gran alcance y expropió empresas, propiedades agrícolas, bancos y compañías petroleras estadounidenses sin compensación.




La adopción por parte de Castro de una "nueva y ardiente retórica antiestadounidense" y, crucialmente, la firma de un acuerdo comercial con la Unión Soviética en febrero de 1960, profundizaron profundamente la desconfianza de Estados Unidos. A mediados de 1959, la incertidumbre inicial del gobierno estadounidense sobre Castro dio paso a la firme convicción de que era una amenaza, particularmente debido a su postura antiestadounidense y su creciente alineación con la Unión Soviética durante la Guerra Fría. Cuba fue vista cada vez más como una "base para la subversión comunista en el patio trasero de Estados Unidos".

En respuesta, Estados Unidos cortó la mayoría de los lazos económicos en 1960, redujo drásticamente la cuota azucarera de Cuba (finalmente a cero) y rompió relaciones diplomáticas el 3 de enero de 1961.

En respuesta, Estados Unidos cortó la mayoría de los lazos económicos en 1960, redujo drásticamente la cuota azucarera de Cuba (finalmente a cero) y rompió relaciones diplomáticas el 3 de enero de 1961.

El rápido cambio de un compromiso cauteloso de Estados Unidos con Castro a principios de 1959 a una hostilidad abierta a menudo se enmarca en la "tesis de la traición", que postula que Castro traicionó los objetivos democráticos y nacionalistas iniciales de la revolución al volverse comunista. Sin embargo, la investigación de Szulc y otros análisis académicos sugieren que Castro pudo haber sido marxista desde el principio o que su giro antiestadounidense fue una respuesta "natural" y estratégica a la intervención histórica de Estados Unidos y a su propia agenda nacionalista y reformista. La respuesta de Estados Unidos, impulsada por las ansiedades de la Guerra Fría y la amenaza percibida del comunismo en su hemisferio, solidificó la alineación de Cuba con la Unión Soviética. Esto revela que Estados Unidos y Cuba estaban en curso de colisión debido a sus visiones fundamentalmente divergentes para el futuro de Cuba, exacerbadas por la Guerra Fría. Las reacciones agresivas de Estados Unidos a las nacionalizaciones de Castro y a sus percibidas inclinaciones comunistas, en lugar de ser simplemente una respuesta, posiblemente aceleraron y consolidaron la alianza de Cuba con la Unión Soviética, creando una profecía autocumplida. Esto pone de manifiesto cómo la política exterior de Estados Unidos, incluso cuando apunta a la contención, puede fortalecer inadvertidamente las mismas fuerzas que busca suprimir, particularmente cuando trata con movimientos nacionalistas fuertes.

6. Operaciones Encubiertas de Estados Unidos Contra Castro (Posterior a 1959)

La Invasión de Bahía de Cochinos: Planificación y Ejecución



Tras la creciente alineación de Castro con la Unión Soviética y la nacionalización de propiedades estadounidenses, la administración Eisenhower, a principios de 1960, inició planes para derrocarlo. Esto implicó financiar y entrenar a un grupo de exiliados cubanos. El presidente Eisenhower aprobó formalmente un documento de la CIA titulado "Un Programa de Acción Encubierta contra el Régimen de Castro" el 17 de marzo de 1960. El objetivo explícito era "lograr el reemplazo del régimen de Castro por uno más dedicado a los verdaderos intereses del pueblo cubano y más aceptable para Estados Unidos de tal manera que se evite cualquier apariencia de intervención estadounidense".

Este plan integral incluía la creación de una oposición cubana responsable en el exilio, el desarrollo de medios de comunicación masiva para la propaganda, el establecimiento de una organización encubierta de inteligencia y acción dentro de Cuba, y la preparación de una fuerza paramilitar adecuada fuera de Cuba. La CIA entrenó a aproximadamente 1400 exiliados cubanos para una invasión, alentada por su percibido éxito en el golpe de estado de Guatemala de 1954. Esta operación fue heredada por el presidente John F. Kennedy (Demócrata) después de su toma de posesión en enero de 1961. La invasión de Bahía de Cochinos, lanzada en abril de 1961, resultó ser un significativo "debacle", ya que las fuerzas armadas de Castro aplastaron rápidamente a las tropas exiliadas.



Intentos de Asesinato de la CIA y Otros Esfuerzos de Desestabilización (Operación Mangosta)

Más allá de Bahía de Cochinos, la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos inició numerosos intentos fallidos de asesinar a Fidel Castro. El Comité Church de 1975 informó de ocho intentos de asesinato probados de la CIA entre 1960 y 1965. Fuentes de inteligencia cubanas afirman que hubo hasta 634 planes o intentos.



Estas conspiraciones implicaron varios métodos, incluyendo el reclutamiento de mafiosos estadounidenses (John Roselli, Sam Giancana, Santo Trafficante) para administrar píldoras venenosas , el uso de cigarros envenenados con toxina botulínica, cigarros explosivos e incluso un traje de buceo con trampas explosivas. También hubo planes para usar sales de talio para destruir la famosa barba de Castro o rociar su estudio de radio con LSD para causarle desorientación durante la transmisión y dañar su imagen pública.

La Operación Mangosta, formalmente autorizada en marzo de 1960 por Eisenhower como un "Programa de Acción Encubierta contra el Régimen de Castro" , se intensificó significativamente bajo la administración Kennedy. Su objetivo general era derrocar al gobierno cubano por diversos medios, incluyendo sabotajes, actividades terroristas y esfuerzos para socavar el atractivo público y la legitimidad de Castro.



Estados Unidos también implementó severas medidas económicas, incluyendo un embargo comercial integral contra Cuba, que comenzó en 1958 contra Batista y se expandió significativamente después de la toma de posesión de Castro, con la cuota azucarera reducida a cero por Eisenhower. Estas medidas tenían como objetivo debilitar la economía cubana e inducir el descontento popular.

El cambio dramático de la financiación mínima de "buena voluntad" antes de 1959 a la invasión a gran escala y los persistentes, a menudo extravagantes, planes de asesinato después de 1959 significa una reevaluación fundamental de Castro por parte del gobierno de Estados Unidos. Esta escalada indica que Castro ya no era visto como un socio potencial, aunque incierto, en el que "cubrirse las espaldas", sino como una amenaza existencial clara y presente para los intereses de Estados Unidos y la estrategia de la Guerra Fría en el hemisferio occidental. Esta observación destaca la postura reactiva y cada vez más desesperada de Estados Unidos. El fracaso de la estrategia inicial de "cubrirse las espaldas" y la rápida radicalización del régimen de Castro llevaron a una política de cambio de régimen agresivo y desestabilización. La magnitud y la naturaleza de las operaciones encubiertas posteriores a 1959, incluidos múltiples intentos de asesinato, revelan el alcance de la frustración de Estados Unidos y hasta dónde estaba dispuesto a llegar para eliminar un supuesto punto de apoyo comunista a solo 90 millas de sus costas. Esto también demuestra el marcado contraste entre el apoyo mínimo anterior a 1959 y los esfuerzos masivos y bien documentados contra Castro que siguieron, refutando eficazmente la idea de un apoyo estadounidense a su ascenso al poder como un objetivo deliberado.

7. Conclusión: Evaluación de la Naturaleza del "Apoyo" de Estados Unidos al Ascenso de Castro

La revisión exhaustiva de los registros históricos y los documentos desclasificados no respalda la afirmación de que Estados Unidos, la CIA u otras agencias gubernamentales estadounidenses "financiaron y apoyaron a Fidel Castro para que tomara el poder" como un objetivo estratégico deseado.

En cambio, la limitada ayuda financiera proporcionada por la CIA (aproximadamente 50.000 dólares) a ciertos miembros del Movimiento 26 de Julio entre finales de 1957 y mediados de 1958 fue parte de una estrategia pragmática de "cubrirse las espaldas". Esta financiación encubierta tenía como objetivo "comprar buena voluntad" con los rebeldes en caso de que triunfaran, asegurando así una posible influencia futura, mientras que, al mismo tiempo, Estados Unidos continuaba armando y apoyando al régimen de Batista en el poder. Esta "política de doble vía" refleja la incertidumbre de Estados Unidos y el deseo de mantener opciones en un volátil panorama político cubano, en lugar de un esfuerzo deliberado para instalar a Castro como líder. La falta de una autorización clara de la administración Eisenhower para esta financiación específica y la incertidumbre sobre el conocimiento personal de Castro subrayan aún más su naturaleza oportunista y clandestina. Es crucial señalar que la postura general del gobierno de Estados Unidos hacia el movimiento de Castro

antes de 1959 era de sospecha y oposición, impulsada por preocupaciones sobre su percibida ideología izquierdista y las posibles amenazas a los extensos intereses económicos estadounidenses en Cuba.

Si bien la financiación encubierta de la CIA fue mínima y estratégicamente ambigua, la decisión de Estados Unidos de retirar el apoyo militar a Batista en marzo de 1958 fue un factor mucho más significativo, aunque indirecto, en la caída de Batista y el posterior ascenso de Castro. Esta retirada fue principalmente una respuesta a la creciente brutalidad y corrupción de Batista, que había alienado tanto a la población cubana como a la opinión pública estadounidense.

La rápida radicalización de Castro después de 1959, particularmente la nacionalización generalizada de activos estadounidenses y su abierta alineación con la Unión Soviética, transformó rápidamente el compromiso cauteloso inicial de Estados Unidos en una hostilidad abierta. Las extensas operaciones encubiertas posteriores de Estados Unidos, incluida la planificación y ejecución de la fallida invasión de Bahía de Cochinos y numerosos intentos de asesinato documentados , fueron respuestas directas y agresivas a la percibida amenaza comunista de Castro y su desafío a la hegemonía estadounidense en el hemisferio occidental.

Irónicamente, estas políticas agresivas de Estados Unidos, en lugar de contener el comunismo o desestabilizar a Castro, posiblemente empujaron a Cuba aún más a la órbita soviética y fortalecieron el atractivo nacionalista de Castro como un líder resistente que defendía a Cuba contra el percibido imperialismo estadounidense. La secuencia de acciones de Estados Unidos (apoyo a Batista, luego una estrategia menor de "cubrirse las espaldas" con el movimiento de Castro, y finalmente convertirse en su adversario más acérrimo) tuvo un efecto profundo e irónico. En lugar de evitar que Cuba se convirtiera en un estado comunista alineado con la Unión Soviética, estas acciones solidificaron inadvertidamente la narrativa antiestadounidense de Castro y empujaron a Cuba aún más hacia la esfera soviética. La limitada "ayuda" anterior a 1959 fue insignificante en comparación con los esfuerzos masivos posteriores a 1959 para derrocar a Castro. En última instancia, estos últimos esfuerzos proporcionaron a Castro un poderoso enemigo externo contra el cual reunir apoyo nacionalista, consolidar el poder y justificar su alineación con la Unión Soviética. Por lo tanto, la política de Estados Unidos no causó que Castro tomara el poder, pero su subsiguiente reacción hostil contribuyó significativamente a la naturaleza de la Revolución Cubana y a su duradera identidad anticomunista y antiestadounidense. 

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