Para aquellos que recién se unen a nosotros, permitan presentarlos a Kael: no es el astronauta de manual con un traje reluciente ni el científico inmerso en fórmulas complejas. Kael es el corazón y las manos de la base Olympus, nuestro único puesto avanzado en el planeta rojo. Es el tipo que mantiene los rovers en marcha, los sistemas de soporte vital funcionando y las luces encendidas, siempre con un poco de óxido marciano en las manos y una sonrisa. Un mecánico, sí, pero uno que parece tener un imán para lo insólito.